Qué mejor, para darle dinamismo a una figura estática, que llenarla del significado de la danza, de los caprichos de la memoria al evocar un tango, los acordes de una guitarra y los rezongos de un bandoneón.
Otro diseño sorprendente y de clase, una altura sobre todo cultural, aflora desde las creaciones de vinilo cuando deja paso a esta silueta protagonista del tango y la milonga rioplatense.
El tango, fusión de culturas, mestizaje de genes y costumbres, está hoy dentro del patrimonio inmaterial de la humanidad reconocido por la Unesco. Se canta, se baila, se toca pero… ¿Qué se canta, qué se baila y qué se toca? Finalmente es precisamente un mensaje inmaterial que como dijo Enrique Santos Discépolo, es “un pensamiento triste que se baila”.
Elegante, monocromático, autoadhesivo, la silueta del tango trae, como regalo extra, una estética mental, diríase que es una expresión existencial, como la que alienta al blues y a la novela latinoamericana.
Esta pared deja su condición estática y pasa a ser una pared danzante, capaz de sacudirse, por el efecto de la pareja protagonista envuelta, como está en la música, enajenada en ese melodrama cantado desde el ambiente del arrabal…
Una pared que cante la “comparsita” y habla en lunfardo…, una pared enloquecida por los aires porteños del Río de la Plata.
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