El simbolismo, la helicoidal caída hacia un centro profundo e infinito, la iconografía del delirio… ¿Cuántas cosas pueden convivir en este vinilo decorativo para el suelo con espiral como centro?
Centro de la atención del que pasa, del que contempla, del que inadvertidamente queda capturado en la magia hipnótica de su progresiva ruta en pos del punto inicial.
El espiral es pues un signo, una estructura, un gambito hacia mate, una singular caída, desfallecimiento que los físicos llaman pérdida de energía y los psicólogos, mentes complejas, egocéntrico diagrama del que redunda siempre en el yo, como el eje, como si la individualidad fuera mucho más que una simple sensación.
Y si hay algo más sugestivo que esta rosca hacia las sensaciones… ¿Qué es?
Por 50 euros te llevas, en tu carrito de compras, una obra de arte, un gran autoadhesivo con el diseño de este túnel varias veces aparecido entre las propias manifestaciones de la naturaleza. Los caracoles, la forma en cómo se escapa el agua por el resumidero, muchas de las galaxias que pueblan el espacio y hasta la caída del electrón cuando ya no tiene energía, en las proximidades del cero absoluto o lo que quieras pensar, meditar.
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