La caligrafía es una arte evolucionado en China donde el grado de sensibilidad del artista se percibe nítidamente en el arte de su escritura. Las letras chinas no son ni significan lo mismo que las nuestras, que aluden a un fonema (un sonido que podemos realizar al hablar), y eso porque cada palabra es un carácter, en chino, los ideogramas son figuras que tienen ya un significado.
El origen del vocabulario chino nace en la práctica de la magia y la adivinación, por eso, debemos buscar sus orígenes en la interpretación de los actos de magia que se registraban, de esto hace ya unos 3500 años, en materiales toscos como el bambú.
Al principio se utilizó el caparazón de tortuga quemado para realizar los símbolos y para dejar registro de las técnicas adivinatorias.
Los reyes o jefes buscaban el consejo en estos, chamanes, primeros “escribas” de la civilización que luego, en las clases altas de la china imperial, empezaron a usar la seda para delinear con pincel la belleza de la caligrafía oriental.
Prontamente se convirtió en un arte inseparable de la cultura china y del arte de estas tierras hasta que, por la presión de un imperio burócrata ávido de materiales más baratos para imprimir sus comunicados, se inventó el papel.
La magnífica caligrafía china ya tenía un soporte barato que rivalizaba con la seda y la sobrepasaba, llegó la época dorada del artista pintor de letras, los tatuajes y la expresión detrás de la muralla, la escritura que atraviesa océanos para tocarnos con su sabiduría.
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