Más allá de un cocodrilo

La evolución de cualquier ciencia viene del conocimiento, de la investigación, del acercamiento obstinado hacia lo que se quiere conocer. Cuando el objeto de estudio y el aparato que estudia coincide y se convierte en un “Conócete a ti mismo” ocurre un fenómeno superlativo.

Conocer al ser que está conociendo implica saber de su pasado, de su presente y por deducción, gran parte sino todo su futuro. La célebre frase citada anteriormente estaba sobre el portal del Templo de Apolo, donde se hacía el famosísimo Oráculo de Delfos.

La opinión científica apunta, como cuna de nuestra especie, una evolución que nos antecede y que nos vincula hasta con las bacterias más elementales. Esta concepción evolucionista de origen darvinista nos recuerda que nuestro cerebro humano está constituido por estratos, que evolucionan desde el vegetal al reptil, el cerebro mamífero y finalmente el sapiens sapiens.

Así es que muchas de nuestras actitudes y reacciones pertenecen a este cerebro límbico llamado el cerebro de reptil y que está implícito en la estructura de nuestro mundo biológico-mental.

Mira tu parte de lagarto y conócete a ti y así podrás dominar las reacciones y armonizar felizmente las relaciones interpersonales.

Un mural con esta leyenda: “See you later aligator” y la figura impresionante de estos parientes de los dinosaurios nos traerá a la memoria esta realidad y la batalla interna planteada entre el lagarto y el cerebro racional y superior del hombre.

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