La expresión corporal es una herramienta casi divina; lo mismo que otras formas del arte y de la literatura, la danza ha ganado terreno en otras expresiones tales como la pintura.
Conocidas son las obras de Degas, el pintor francés que nos legó su delicado arte del movimiento en un impresionismo sutil, en pasteles, con los que plasmó, en la spostrimerías del siglo XIX lo que el ballet le producía a él, al subjetivo y sensible espíritu del artista y al espíritu humano, en general.
Este mural tiene entonces este espíritu hacia el signo universal, que trasciende al momento y a la estática de las impresiones simples, una transmisión indescriptible que se revive allí, en la obra, que es capaz de recrear un sentimiento inolvidable.
Los contornos de una pareja en la pista de baile, en la acción, trae a la mente esa sensación de estar bailando, de estar en compañía, de habitar la magia de la música, y la imagen hace eco en la memoria, trae efluvios de los “ayeres”, se nutre más aun de ese estado de reminiscencia.
Las creaciones de vinilo para decoraciones urbanas permiten el equilibrio entre el mensaje y la forma del diseño. Por lo demás, la comodidad práctica de estos autoadhesivos y la calidad de sus representaciones artísticas son un buen tema de comentario.
Los cuerpos celestes, los átomos del aire y de la materia, se entretienen en un ritmo que los manifiesta, una propagación ondulatoria asociada a la luz y a la conciencia del expectador.
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